En este bosque hay una música
Ella inunda cada rincón.
-¿Cómo llegó hasta acá?- preguntó una muchacha.
-No lo sabemos pero siempre está- respondieron al unísono los guías de uniforme.
Se dice que la música no tiene un sitio específico así que debe haber permanecido aquí y sin deseos de irse.
Casi sin que alguien notara su presencia se fue abriendo paso; esquivó la sombra de dos pataguas que se entrelazaban ardientemente con un maqui y se adelantó al grupo que seguía la marcha.
A pesar de su reducida estatura su presencia era imponente, aunque los demás parecían ignorarlo.
- Aquí hubo fiestas y bailes; de cumpleaños más que otra cosa, pero también de compromisos, aniversarios, uuf – comentó el recién llegado.
- Sobre todo hubo música, música y más música – insistió.
La caravana prosiguió su marcha ya sin su compañía.
En sus oídos siguieron sonando para siempre, melodías de las más variadas; las que cada uno quisiera imaginar, recreando aquellas reuniones familiares.
Lucio César.
Para encontrarse
Ahora los ciruelos y luego será el chín-chín. Ellos perfuman y abruman; la retama perfuma y ahuyenta.
Todo se combina y se encuentra con el hedor del agua que golpea incesantemente la piedra.
El lugar de ese encuentro y de los nuestros, siempre es la orilla.
Lucio César.
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