No con palabras, con mejor acero
si el juicio en el camino no tropieza. Era el mejor día de primaveradespués de haber tomado refugioen la casa de Patriciadescansado comido y bebidoemprendí el regresoPatricia me acompañaríahasta mitad de caminoella me guiabaera un campo abierto y brillanteen plena tardecuando nos despedimosfrente al tanque de aguaal finalde la hilera de árbolesella dijo-qué hermosoel camino que nos separa-le pedí que me indicarauna dirección(valiente bramachari con una remera de cieloy un bolso cruzado-debe ser por allá-y señaló una tranqueraimposible no verlauna tranquera blancaabiertajusto en la línea del horizonteun horizonte altoy curvoque hacía notarla redondez de la tierrala abracé dos vecesy la vi desaparecerni bien pegó la vueltaempecé a caminarlivianapresa de un profundo bienestarcuando llegué a la tranquerala luz me pareció extrañay tan fabulosaque creía estar mareadaárboles sin hojasa los costados de la entradahermosos árboleseran los guardianesy yo quedé en ese instantepor completo enamoradadecía ahhhhh, ahhhhno podía dejar de exclamarde suspirarante esos árboles(la luz ponía de un leve amarillolos troncos gris blanquecino)frente a la puerta dudé¿es cruzando esta puertaese lugar?porque el que acababa de pasarno podía ser más lindola inclinación de los árbolesme dio a entenderque del otro ladoera todavía mejorcrucéfui entrando de a pocoa ese campo sembradoverde brillante el pastocompletamente parejoel cielo celeste y el solno podría explicar con palabraslo que yo sentíaen ese lugarcaminabaolvidada de mi cuerpocomo si estuvierahecha de espacioy a la vez concientede la gran bellezay de que había algoque no era normalse me ocurrió mirar al sol(éramos el pasto el cieloel sol y yo)y vi nada menosque el solque no es con puntascomo se lo dibujaes absolutamente redondoy todo luzpodía diferenciarel sol de sus rayosrayos de luzque se expandíanpor todo el airecuando llegué al alambrado comprendíque comenzaba el descensocrucé el alambrey todo era naturalezapiedras tierrayuyos de distinto tipoera bello pero ya no celestialcierta semilla de temoraparecía en mimientras bajabacon el solun águila morafue el primer ser que viplaneaba en círculospor encima míome asustaba un pocosu cercaníasu vuelo rasante y su cantoy me di cuentaque no se puede decir con letrasel canto de un pájarosi quisiera escribirlo acáno podríatomé el ritmo de ese cantopara caminaruna liebre salió corriendocuando pasé por al ladouna liebre de ese dorado oscurodel que suelen ser las liebres(no sabía que eran tan grandeslas liebres)mientras bajabacierto temor me acompañabacrucé un campode plantas secascaídassobre la tierracaminaba esquivándolascomo a cadáveresque eransabíaque no teníanada que temerpero estaba tensaexageradamente alertay comprendíque el camino estaba marcadosolo debía seguirlocon gran comodidadaparecieron los chimangosmás abajo las palomasy ya casi se oíael ladrido de los perrosde mi pueblosiguiendo ese caminoque extrañamente aparecía ante millegué al arroyocrucé el arroyopor una hilera de piedrasallí dispuestauna piedra muy grandepor la que tenía que pasarera como una cabeza calvacon pasto como pelosen forma de coroname pareció la cabeza del Danteo de mi abuelo PascualPascual Ian amicoel amigo de juan(sin duda Boccaccio)me reencontré con el arroyocomo con un hermanoera en la orillauna plataforma de piedrasme imaginé un lugarpara oficiar ceremoniasahí hice pisdi media vuelta y crucé otro alambradoel sol justo se poníay yo entraba a mi aldea.
Roberta Ianamico
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